Los restos de neandertales aparecidos en el yacimiento de la cueva de El Sidrón, en el concejo asturiano de Piloña, han permitido conocer algunos de los hábitos de nuestros primos evolutivos, que la habitaron hace unos 49.000 años. Así, en 2012, por ejemplo, un grupo de investigadores determinó que ya tomaban aquilea y camomila, seguramente para aliviar los dolores de estómago y las digestiones pesadas. Para lo expertos, aquel hallazgo indicaba que usaban algunas plantas por sus propiedades curativas.
Ahora, el examen de la placa dental calcificada de cinco individuos parece confirmar esa hipótesis. En un ensayo publicado en la revista Nature, un equipo multidisciplinario de expertos de distintas instituciones destaca que el material genético que ha quedado preservado en ella muestra que al menos uno se medicaba de ese modo. “Hemos descubierto que contenía secuencias del patógeno Enterocytozoon bieneusi, que en humanos causa problemas gastrointestinales, incluidas fuertes diarreas. Además, gracias a un agujero en su mandíbula sabemos que tenía un absceso dental. Ambos problemas debían producirle intensos dolores”, explica el investigador del CSIC Antonio Rosas, del Museo Nacional de Ciencias Naturales, que ha participado en el estudio. En el sarro de este espécimen han aparecido restos de ADN del hongo Penicillium –un antibiótico natural– y de álamo. Las raíces, hojas y corteza de este árbol contienen ácido salicílico, un compuesto que se ha empleado como analgésico.
Además, y para su sorpresa, los científicos no encontraron restos que indicaran que habían comido carne, pero sí setas, piñones y musgo. Hasta ahora, se ha venido pensando que los neandertales tenían predilección por ella. De hecho, en algunas muestras halladas en otros yacimientos europeos ha aparecido ADN de muflones y rinocerontes, entre otros herbívoros. Pero este no parece ser el caso. “Nos ha sorprendido no encontrar restos de carne en los neandertales asturianos, ya que se les considera predominantemente carnívoros. Sin embargo, hemos encontrado pruebas de que seguían una dieta variada que incluía distintas plantas. Además, alguna de ellas podrían haber sido cocinadas para su consumo”, señala Rosas”.
De la placa dental de los neandertales de El Sidrón también se ha recuperado el genoma completo más antiguo de un microorganismo, una arquea denominada Methanobrevibacter oralis que también se encuentra en nuestra especie. Según parece, ambas cepas parecen haber divergido hace entre 112.000 y 143.000 años, después de que se separaran nuestros linajes evolutivos. “Hoy sabemos que los sapiens se cruzaron en dos ocasiones con los neandertales que luego vivieron en la zona de Siberia, pero no con los de Asturias”, señala Carles Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva, otro de los autores del trabajo. “Si hubo transferencia de microbiota –los microbios presentes en nuestro cuerpo– entre los antepasados de los neandertales asturianos y sapiens, tal vez existió un cruce que aún no hemos identificado”, indica Lalueza-Fox. Esto, para algunos de los científicos que han participado en el estudio, sugiere incluso que el contacto entre ambas especies podría haber sido más íntimo y amistoso de lo que suponemos.